sábado, 23 de febrero de 2013

Toni Cantó y UPyD: Vergüenza



Por: Coral Bravo
Doctora en Filología
ESPAÑA |  21 DE FEBRERO DE 2013
Ni los toros ni los animales tienen derecho a la libertad ni a la vida, declaró Toni Cantó, diputado valenciano por UPyD, ante el asombro y la indignación profunda de millones de españoles, en el pleno del Congreso en el debate sobre la tramitación de la ILP que propone declarar las corridas de toros bien de interés cultural. En primer lugar, sorprende y asombra que se debata una iniciativa legislativa popular que propone perpetuar un espectáculo cruel y sanguinario de la España más negra e inquisitorial cuando al resto de iniciativas populares, reclamando muchas de ellas libertades y derechos básicos de las personas, PP y UPyD se han opuesto siempre de manera sistemática. En este caso concreto, sin embargo, hicieron posible ese absurdo y antediluviano debate.
Digo absurdo y antediluviano porque, a estas alturas de la historia, el conocimiento humano tiene evidencias contundentes, tanto a nivel científico, como biológico y moral, que demuestran que los animales con sistema nervioso central tienen exactamente la misma capacidad de placer y de dolor que un ser humano. No tienen inteligencia racional (¡aunque para lo que les sirve a algunos…!), pero tienen inteligencia natural, instintiva y emocional; la anatomía de su dolor es exacta a la anatomía del dolor humano, tanto a nivel físico como psicológico y emocional. El razonamiento burdo, ignorante y cruel de Cantó se basó en la supuesta carencia de obligaciones de las especies animales, por lo cual, según él, tampoco tienen derechos. En base a ese increíble y cateto razonamiento, tampoco tendrían derecho a la vida los niños, o los disminuidos físicos o psíquicos, o los enfermos, o los discapacitados.
Se percibe un claro maridaje ideológico de ambos partidos, y más desde que, según las cuentas paralelas de Bárcenas, se sabe que se pagó supuestamente dinero negro del PP a la plataforma Basta Ya, que sirvió, presuntamente, para la fundación del partido de Rosa Díez. No es de extrañar que ambas formaciones se alíen en defender la tortura como un hecho “cultural”, porque la tortura y la ignorancia es la “cultura” para la derecha.
Imagino que desconoce que en la mayoría de países democráticos más del 90% de la población rechaza de plano cualquier tipo de maltrato animal, y que en España el 70% de los españoles está en contra de la mal llamada fiesta nacional. Imagino que ignora que la UNESCO proclamó el 15 de octubre de 1978 la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, del todo incompatible con las monstruosas corridas de toros. Imagino que ha leído poca ciencia, que sabe muy poco o nada de ética universal, que defiende unos “valores” caducos que no se sostienen si no es con indecencia y malas artes, e imagino que carece de capacidad de compasión.
Citaba a Fernando Savater para justificar sus argumentos absurdos y su ignorancia. Quizás no ha leído a grandes e insignes defensores de la vida animal, como Nietszche,  Shopenhauer, Gandhi, Georges Elliot, Franz Kafka, Théofile Gautier, Galdós, Thomas Edison, Tolstói, Voltaire, Lincoln, Darwin, Kant…, cuyos eminentes argumentos dejan las supuestas arengas especistas de Savater por debajo de la suela de los zapatos. No se trata, en cualquier caso, de citas ni disquisiciones más o menos acertadas de nadie, se trata de algo tan simple como el uso de la inteligencia, la razón, la decencia, la ética y la compasión; algo que la sabiduría universal siempre ha defendido como parte ineludible de la ética y la moral natural.
Que la inteligencia de los animales no humanos sea natural y no racional no nos otorga derecho alguno, por más que sea eso lo que defiende y propaga el ideario retrógrado del cristianismo, a torturarlos ni a asesinarlos de manera gratuita. El hecho de que, como argumentó Cantó en su bochornosa arenga, el sufrimiento y la explotación animal sean algo frecuente y sistemático en la industria cárnica, o en los zoos, o en los circos y en los laboratorios, no es una premisa que justifique el maltrato hacia los toros, sino, al contrario, es una realidad que hace más evidente la urgente necesidad de que los humanos otorguemos un mínimo de dignidad a las especies que nos dan sustento, y de que admitamos la evolución ética que supone el respeto profundo a todas las formas de vida.
El aristócrata chileno Manuel de Salas, abogado, pensador y educador de finales del siglo XVII, quien abanderó la abolición de las corridas de toros en Chile, decía: “Una nación que asocia su cultura al hábito de matar a un toro asustado, y que lo justifica bajo la impostura de la tradición, no puede más que ser una nación pobre y mezquina, sin auténtica creación cultural y de ética miserable”. Retrataba a esta España feroz de la derecha y sus adláteres.
Porque hay que ser muy inconsciente y muy zote, señor Cantó; o tener mucho interés en legitimar el sufrimiento y la tortura en aras, quizás, de justificar en el inconsciente colectivo el maltrato a los ciudadanos. Porque donde hay respeto hacia los animales está asegurado el respeto hacia las personas. Y, en medio de tal expolio que llevan a cabo de los derechos humanos, no es de extrañar que institucionalicen el martirio y el dolor de esos otros seres víctimas de la crueldad y la sinrazón. Pero eso, a los carcas de la derecha, no les interesa.
Fuente: El Plural

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