domingo, 22 de septiembre de 2013

En Chile, los estudiantes ya utilizan simuladores en prácticas veterinarias



SANTIAGO | 19 DE SEPTIEMBRE DE 2013
De lejos parece un perro de peluche sobre una mesa de procedimiento. Aunque de cerca no sólo tiene el tamaño de un animal real, sino que pesa como uno y los latidos de su corazón cambian según la patología que se estudie. Es un simulador animal, un animal robótico que -al igual que los maniquíes en las escuelas de Medicina humana- ayuda a los alumnos de veterinaria a practicar antes de atender a pacientes reales, para que sus ensayos no provoquen dolor a los animales.
En Chile, algunas universidades ya cuentan con ellos y en el mundo la tendencia crece y va desde tejidos donde ensayar suturas e intubación traqueal, hasta el diagnóstico de enfermedades en animales de granja de tamaño real.
“Si los alumnos se enfrentan inmediatamente a un animal vivo todavía no tienen habilidades ni destrezas y tienen mucha inseguridad para tomar muestras. Lo que hacemos provoca que el alumno afine la mano y se sienta más seguro de que no le causará daño al animal”, explica Macarena Vidal, directora de la Escuela de Veterinaria de la Universidad Mayor, que utiliza modelos hace tres años.
Rodolfo Paredes, director de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Andrés Bello, que también usa simuladores, agrega que hay técnicas que no son complicadas, pero que requieren de mucho ensayo y eso hace que la posibilidad de que un animal sufra es alta. Por ejemplo, instalar un catéter para tratamientos vía intravenosos. “Ahora pueden practicar con unos brazos de perro que vienen con una vía. Preparamos un líquido especial que tiene consistencia de sangre y además coagula, por lo que si el alumno lo hace mal la vía se cierra y no va a poder obtener la muestra de sangre, por ejemplo”, cuenta.
Dean Hendrickson, académico de la Universidad Estatal de Colorado, en Estados Unidos, y creador de una serie de simuladores de tejidos y órganos, asegura a La Tercera que los estudiantes se sienten más cómodos con las cirugías y tienen mejores habilidades cuando trabajan con animales vivos si antes han probado con simuladores. “Comenzamos usando tempranamente los simuladores en el programa con los estudiantes y éstos recién tienen su primera experiencia con animales vivos en el tercer o cuarto año del programa”, cuenta.
El director de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Unab comparte la mirada y dice que los simuladores animales no sólo han permitido que los alumnos enfrenten mejor su trabajo, sino que a los docentes evaluarlos de mejor manera. Como los simuladores dejan en evidencia los errores de procedimiento, los profesores pueden hacer curvas de aprendizaje y detectar cuánto tarda cada alumno en dominar cada una de las técnicas enseñadas. “Estamos implementando las técnicas y evaluando cómo impactan. En el fondo, cuánto aprenden, y hemos tenido muy buenos resultados. Las habilidades que adquieren al trabajar con los simuladores son muy buenas”, dice.
Fuente: La Tercera 

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