lunes, 6 de abril de 2015

Greenpeace reprueba la gestión ambiental del actual gobierno mexicano




MÉXICO, D.F | 1 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Greenpeace hizo su propia evaluación de los primeros 21 meses de la administración de Enrique Peña Nieto en materia ambiental y concluyó que en dicho lapso “se consolidó un modelo extractivo” de los recursos naturales con la promesa de que generará un crecimiento económico y “se demostró el menosprecio al medio ambiente”. Ello sin contar que en sólo un mes se registraron cuatro “accidentes” ambientales con graves consecuencias: dos derrames petroleros, uno en Cadereyta, Nuevo León y el otro en Huimanguillo, Tabasco; así como el vertido de agua con cianuro en el municipio El Oro, Durango y el derrame de 40 mil metros cúbicos de sustancias tóxicas en los ríos Sonora y Bacanuchi, provenientes de la mina Buenavista de Grupo México, que ha afectado al menos a 22 mil personas en siete municipios.
Esta última, señala Greenpeace en un comunicado a propósito del Segundo Informe de Gobierno de Peña Nieto, es considerada por la presente administración como “la peor catástrofe ambiental en la industria minera del país en los tiempos modernos”. Y estos casos, advierte el organismo internacional, son sólo “la punta del iceberg” de la opacidad con la que actúan las industrias en México Estos casos, indica, son sólo la punta del iceberg de la opacidad en la que actúan las industrias en México, donde “la laxitud de las leyes les permite contaminar a cambio de multas irrisorias por concepto de ‘reparación del daño’, sin que se tomen en cuenta las externalidades”.
En los últimos 12 meses, abunda, se realizaron cambios al marco legal hacendario, de las telecomunicaciones, la política electoral y el sector energético, y todos privilegiaron los intereses económicos empresariales y coartaron los derechos de millones de mexicanos, todo bajo la promesa de un crecimiento económico que no ha llegado”. Greenpeace recuerda que en mayo de este año, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público recortó el pronóstico de crecimiento económico del país de 3.9 a 2.7% para 2014 y se justificó al señalar que la gran mayoría de las economías tuvieron una menor dinámica de crecimiento, pero que “las llamadas ‘reformas estructurales’ serían la panacea para lograr un repunte en los próximos años”.
Con la promulgación de las leyes secundarias de la reforma energética, señala Greenpeace, lo único que logró Peña Nieto fue “sellar” el retroceso ambiental de México. “Se nos condenó a seguir dependiendo de los hidrocarburos para la generación de electricidad y se tiró por la borda la oportunidad de transitar hacia fuentes renovables como el sol y el aire, pese al alto potencial que tenemos”, reprocha el organismo.
Se consolida modelo depredatorio
Además, afirma que la dependencia del sector energético a los hidrocarburos vulnera a los sectores económico y social “ya que cada día que continuamos quemando carbón, petróleo y gas, acentuamos el cambio climático, la sobre explotación de los recursos naturales y la contaminación, que repercuten en la salud de la población”. Y lo peor, advierte, está por venir, con el mal llamado “Paquete Verde”, un grupo de iniciativas y reformas a leyes ambientales que legalizarían la devastación de los recursos naturales.
Por si fuera poco, sigue, se legalizaron los abusos contra campesinos y comunidades con la creación de figuras legales como la servidumbre legal, ocupación o afectación superficial de tierras, “eufemismos con los que las autoridades podrán despojar de tierras en los lugares donde haya hidrocarburos y al término de la ‘ocupación temporal’, los dueños se quedarán con la responsabilidad de los contaminantes que se dejen en sus predios” y, por tanto, deberán compartir la responsabilidad para solucionar la contaminación del suelo y agua. Y para acabar, nuevamente se disfrazó a la energía nuclear como “una fuente limpia” cuando en realidad es la más sucia de todas, poniendo en riesgo la vida y salud de la población.
“Experiencias internacionales han demostrado que se trata de una tecnología sumamente peligrosa, por su capacidad para dañar la integridad de las personas por la radioactividad, además no existe forma segura de eliminar los desechos que genera y favorece la creación de armas de destrucción masiva”, finaliza Greenpeace.
Fuente: Proceso

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